Los suspiros de un Tolano
Cuando de espléndido cielo
de la hermosa Andalucía
de sus extensas llanuras
me hablan y sus campiñas
es cuando más vehemente
asalta a la mente mía
el recuerdo de mi pueblo
de aquella tierra querida
de aquellos bellos parajes
que me encantan y me admiran
prorrumpo entre suspiros
¡Ay mi Ruiloba! ¡Ruiloba mía!
Cuando a mi me hablan de Cádiz
de la
Giralda y Sevilla
de la
Alhambra y otras cosas
de esa egregia Andalucía
me acuerdo más de mi aldea
de aquella mies de Hoyaliza
de aquel Peñalba y Santiago
del Remedio y de Funfría
y otros venerados sitios
que a mí jamás se me olvidan
respiro suspirando
¡Ay mi Ruiloba! ¡Ruiloba mía!
Cuando oigo a esto llamarle
la tierra de la alegría
sin más placer que embriagarse
y bailar por bulerías
me acuerdo de la montaña
con sus lindas romerías
de tan gratos episodios
cuan surgen allí estos días
de aquel justo regocijo
de aquella innata alegría
que suspirando me tienen
¡Ay mi Ruiloba! ¡Ruiloba mía!
Cuando pienso en el Mozucu
en la novena de Udías
aquellos son ya transportes
de delirante alegría
¡que sensatez y buen gusto
se revela allí esos días!
aquello son días de gloria
de recta y santa armonía
que en pensar que estoy tan lejos
me entra tal melancolía
que mis suspiros se agolpan
¡Ay mi Ruiloba! ¡Ruiloba mía!
Cuando recuerdo a mis padres
con el calor que decían
no pequéis de mala acción
que eso indica villanía
que yo nací en la
Montaña
de Ruiloba es mi familia
de aquel nido de hijosdalgos
donde no albergó perfidia
y saber que eran tan buenos
por su nobleza e hidalguía
con justo orgullo suspiro
¡Ay mi Ruiloba! ¡Ruiloba mía!
Quiero más ir un día a la hierba
entre aquellas mis vecinas
que a una corrida de toros
aquí en el Puerto o en Sevilla
y a la sombra de laureles
que allí tan altos se crían
refrescar luego a la siesta
con la clásica sangría
no estas pomposas funciones
de ingenuidad tan vacías
que mis suspiros provocan
¡Ay mi Ruiloba! ¡Ruiloba mía!
Quiero un partido a los bolos
con aquella gente mía
a ver las parientas mías
a Pando a Tramalón
a Liandres o a Comillas
no aquí giras ostentosas
que esto a mi no me da dicha
y por aquello suspiro
¡Ay mi Ruiloba! ¡Ruiloba mía!
No quiero viñas ni vinos
que esto no me da codicia
que entre escajos y helechos
se expansionas más mi vida
oyendo cantar el cuco
por montes y praderías
y repercutir sus ecos
por aquellas lejanías
que como el doliente ave
canta a la madre perdida
así lanzo mis suspiros
¡Ay mi Ruiloba! ¡Ruiloba mía!
Allí estuve yo en mi infancia
pasé allí mi edad florida
y en escenas y episodios
culminantes de mi vida
allí esfumé los más nobles
sentires del alma mía
allí tuve mis amores
mis placeres y desdichas
que cual fantásticos sueños
cruzan por mi mente fría
y al recordarlo suspiro
¡Ay mi Ruiloba! ¡Ruiloba mía!
Y he de estar yo condenado
a cursar tan triste vida
siempre lejos de aquel suelo
donde tendría mi delicia
en tan dura decepción
en esta tenaz porfía
mi afección que allá en Ruiloba
mi deber que Andalucía
¡Oh! Que cruel me es el destino
que adversa esta suerte impía
por vida estar suspirando
¡Ay mi Ruiloba! ¡Ruiloba mía!
Baldomero J. Ceballos
Chipiona, 21 de enero de 1921