martes, 29 de enero de 2013


El Mozucu (I)


Peregrinación de los vecinos del valle de Ruiloba, a la ermita de la Virgen de la Caridad en Udías
Extracto del relato de Jesús García Preciados, publicado en el Diario Montañes 19/09/97



“Antorchas y ropa de difuntos”

El origen de la fiesta es una promesa hecha a la Virgen de la Caridad por los hijos de Ruiloba, en acción de gracias por la curación de una epidemia traida por los jándalos (1), allá por los tiempos de la francesada. El pueblo ofreció ir todos los años a la capilla de la Virgen de la Caridad, en el pueblo de Udías.

El primer año, según la historia, acudían de cada casa donde había habido una víctima –vestidos con las ropas que habían vestido sus difuntos, y con antorchas encendidas- un miembro de cada familia.

Yo oí comentar una vez, a Faustino Sordo, que en aquellos tiempos tenían que ir uno de cada casa a la Virgen de la Caridad; y todo aquel que no podría ir tendría que pagar… yo no sé si una libra o media libra de aceite. (A)

Componentes de la cabalgata del Centenario (1919)

“Cuernos y Campanas”

Existe la costumbre de tocar las campanas a las cinco de la mañana. Tiempo atrás, nueve días antes del Mozucu ya no nos dejaban dormir ni cuernos ni campanas; todo lo alborotaban!. (B)

Los chavales íbamos a robarle los cuernos al carnicero; los tenía por allí detrás de la carnicería, porque los solía vender. Le poníamos un berrón de caña en la punta, pa que tocase, y un mes y medio antes de la fiesta ya estábamos dando la lata por todo el pueblo.

Luego, la víspera del Mozucu, nos subíamos al campanario, que el cura dejaba las llaves, y venga a tocar los cuernos y las campanas toda la noche!.
Y en la cabalgata, en el camino a la Caridad, ¡venga a tocar los cuernos por el camino! . Había también una porfía entre los chavales, a ver quien resistía más tiempo tocando de una vez. Por eso se procuraba hacer el pito de caña lo mejor posible; porque había algunos que con muy poco aire tocaban muy bien, y entonces, con ese, eras tú el que más resistías tocando. (C)

                                             Como Tilero, muchos tolanos vieron cumplidos sus "votos" en Udías 

“Un mozucu abandonado”

La fiesta lleva el nombre del Mozucu en recuerdo a un niño nacido precisamente en aquel lugar donde se levanta hoy la ermita de la Caridad, un hijo de Udías que, más tarde, pasando a América se hizo rico y, en prueba de fe y de devoción a la Virgen, levantó la ermita. (A)

Aquel criu lo encontró un vaquero. Estaba el pastor “de muevas” (2) pal puertu, y le oyó llorar. Los de aquel pueblo de Udías le criaron, le dieron escuela, y él luego marchó a hacer las américas. (3) (D)

Precisamente, la costumbre de tocar los cuernos viene de cuando el pastor encontró al crio ahí abajo; que le encontró detrás de un mato. Bueno, le sacó el perro. Y después él, pa llamar a los vecinos, tocó el cuerno. Y claro, al tocar el cuerno el pastor, es porque pasaba algo, o alguna cosa. Acudió el alcalde, acudieron unos cuantos vecinos, y fue cuando les entregó el criu. Y por eso viene la tradición de venir con el cuerno aquí a la fiesta d’El Mozucu. (C)

Componentes de las Danzas de Ruiloba en la Braña de la ermita del Barrio la Virgen

“Barruntos del tiempo”

Una de las ocasiones en que he podido acudir al Mozuco, en esa peregrinación romera desde Ruiloba a “La Virgen de la Caridad” de Udías, fue en 1.974. De “la música” se encargaban los “Piteros de Reocín”. Bosio no hacía más que quejarse:
-“El tambor andaba algo “trastornau”. Eso es que barrunta agua!. Igual acaba hasta lloviendo!”.

Sin embargo, Lolo el de Carmen confiaba en el poder como talismán de sus albarcas…
-“Yo, el quitar las albarcas, es como “rogativas” (4). No es la primera vez que me ha ocurrido, ir a la mies en zapatillas y llover y mojarme los pies!.En cuanto las quito, en cuanto que las olvido, llueve!. A lo mejor es casualidad tambien; pero yo, por si acaso, hoy ya me ve!, en albarcas y escarpines!. Si llueve… no creo que sea muchu!”. (E)

Hubo una rosquillera, la Curringa, que el día de Nuestra Señora se puso delante de la Virgen, y le ofreció un ramo de claveles y una cestuca de suspiros y de rosquillos, como promesa, a ver si el día El Mozucu no llovía; que estuviera buen tiempo. Y el fotógrafo de San Vicente vino desde su casa con la maquinona a cuestas, andando, pa sacarle una fotografía a la rosquillera delante de los danzantes y de las bailadoras, aquí en la ermita de la Caridad. Aquella tenía un horno muy pequeñín, pero hacía rosquillos y unos suspiros muy buenos. (C)

Bosio y Martín; asiduos a la fiesta

“A pie y en carroza”

Nosotros llevamos viniendo cuarenta y cinco años sin perder un año!. Más atrás, no siempre se podía; porque unas veces no teníamos burru, otras no teníamos alpargatas, y otras veces no teníamos que comer!. Un año vinimos sin nada, y nos lo dieron unos compañeros que teníamos al lau. (F)

Antes, casi todo el mundo iba andando. Hombre!, la gente vieja –había muy pocos coches- iban en un autobús que venía de Comillas. Lo demás, todo el mundo iba andando, y con los carros adornaos. Todo el mundo venía a pie, o en burru. En carro pocos; porque el que tenía un carro… ese ya era alguien destacau!. Llevábamos el burro con los cuévanos; pa traer la comida, y traer algún criu chicu en el cuévano. Ahora muchos vienen ya con tractores, y muchísimos en coche!. Yo el día que no pueda venir con el carro y la burra… ese día ¡no vengo!. Tengo esa ilusión. (C)


Toñín el Zapatero y su mujer Valentina (Tuca); fieles conservadores de una tradición.






Comunicantes:
(A)    Párroco D. Antonio Zúñiga, Jose María Puente y Mino “el del agua”.
(B)     Carmen Bueno y su hija Queca.
(C)     Toñín el Zapatero.
(D)    Ico el Portalau.
(E)     Manuel Iglesias Díaz
(F)     Naín

Notas:
(1)     Cántabros emigrantes en Andalucía.
(2)     A punto de mudar, de llevar el ganado a los pastos de verano.
(3)     Hacer fortuna como indiano.
(4)     Oraciones pidiendo lluvia.

martes, 22 de enero de 2013


El antepecho




Los republicanos se hallan parapetados en Fronales y tienen su puesto de avanzada en el Collado, Juntanía y Pando, desde donde paquean a los del Cazón y el Montucu los Espinos; aquí en Ruilobuca nadie se atreve a salir de casa. Todo el mundo está asustado del ruido continuo del tiroteo y los cañonazos; las balas silban por encima de nosotros. Nadie duerme por la noche temiendo verse atacados por unas fuerzas o por otras.

En la madrugada del día de hoy presenciamos un golpe de audacia efectuado por las tropas que ocupan la parte del Poniente. Apenas era de día, vemos por el Dujo y Somalavía como avanzan en el silencio de la mañana varias columnas de hombres y vemos como van escalando las cuestas de Santiago y el Dujo respectivamente hasta llegar a la cúspide en busca del enemigo. Mientras tanto observamos que en la plazoleta del Dujo se hallan varios hombres ocupados en instalar algo que así de pronto no podemos comprender, pero que a medida que pasa el tiempo nos damos cuenta que es un equipo de sanidad que se prepara a desempeñar su cometido. La infantería republicana sorprende al enemigo atacándole en sus mismas trincheras llegando al cuerpo a cuerpo, haciéndole varios muertos y cogiéndoles algunas ametralladoras y fusiles. El combate debe ser terrible, y nosotros embargados por la emoción, tardamos en darnos cuenta de lo que ocurre. Pero pronto la realidad nos muestra todo el horror de esta contienda al ver bajar a los heridos del combate ayudados de sus compañeros. Nunca pudimos sospechar que esta aldea fuese teatro de espectáculo semejante y que imprudentemente contemplamos desde las ventanas de nuestra casa paralizados por lo insólito del acontecimiento. ¡Pobres heridos!. Pobres hijos que, faltos del calor y el cuidado de su madre, agonizan en estos momentos en brazos de sus compañeros. Gritos de agonía se oyen por doquier. Por la cuesta de Santiago se oye uno que debe hallarse gravemente herido y que a voces pide a los compañeros que le den un tiro antes que llegue el enemigo. Llegan varios heridos donde está instalado el equipo quirúrgico, donde son curados y atendidos rápidamente; hay algunos que por venir muy heridos no pueden tenerse en pie y que faltos de camilla o colchón se tienden en el mismo suelo, donde se les hace la cura. Otros, los más, aguantan ésta a pie firme descubriendo sus costados o sus pechos ensangrentados y valerosos vuelven a emprender  la marcha incorporándose a los compañeros que a la voz de mando han emprendido la retirada. ¡Asturianos valientes!. Raza de héroes que, después de regar su sangre por tierras de Vizcaya, combaten en la Montaña con heroísmo sin igual para recluirse luego en Asturias cuyas montañas han de defender piedra por piedra.

En el Dujo siguen curándose los heridos y algo debe faltar en este botiquín de urgencia puesto que el doctor, impotente para remediarlo, golpéa con sus puños desesperadamente en la puerta de José Ansótegui que desgraciadamente no se halla en casa. Todos comprendemos que es un colchón lo que hace falta, pero que nadie le podemos llevar pues reaccionando los facciosos mandan a la aldea una lluvia de balas que es imposible salir de casa. El ejército atacante se retira ordenadamente. Tuvimos que poner colchones en las ventanas, pues la balas caían dentro de las mismas casas. Mis hijos miraban con los ojos agrandados por el terror el desfile de los soldados y el transporte de los heridos. Espectáculo macabro para sus conciencias infantiles. En dos casas del Pomar se hace la cura a dos heridos; las camillas que transportan a estos se ven subir por la Pantorra. Se dice que los llamados “nacionales” tuvieron varios muertos, los republicanos no tuvieron más que uno que ha quedado en Somalavía. Oímos decir que los republicanos han convertido el Convento en un improvisado hospital de sangre. Pronto los cañones de los “nacionales” tratan de localizar este edificio sin conseguirlo, pues todos los obuses estallan en las inmediaciones; los combatientes ocupan las mismas posiciones que el día anterior. 

28 de Agosto de 1937
Mª Luisa Villegas Sánchez


Soldados republicanos de Ruiloba


domingo, 20 de enero de 2013



                          El Remedio


                                                         Recluido en mi prisión
                                                         dos de julio, bien recuerdo
                                                         que celebran los Tolanos
                                                         la Santuca del Remedio.

                                                         Día de fiesta obligada
                                                         para mi querido pueblo
                                                         que yo no olvido jamás
                                                         a pesar de mi destierro.

                                                         Valle hermoso de Ruiloba,
                                                         alegre y encantador,
                                                         que de otros te separa
                                                         Puente Portillo y Cubón.

                                                          Día en que olvido mis penas
                                                          mi pesadilla y dolor,
                                                          dedicándote estos versos
                                                          con todo mi corazón.

                                                          Llenos de amor y cariño
                                                          sin nada de adulación,
                                                          el que creyera otra cosa
                                                          sufre una equivocación.

                                                          Recordaré a la ligera
                                                          aquellos pasados tiempos
                                                          que en nuestra niñez vivimos
                                                          dejándonos gran recuerdo.

                                                          Día que presente tienen
                                                          todos los hijos del pueblo,
                                                          los presentes, los ausentes,
                                                          los jóvenes y los viejos.

                                                          Día de camisa limpia,
                                                          calzones y blusa nuevos,
                                                          de alpargatas encintadas
                                                          y ¿calcetines?, el cuero.
  
                                                          Otros más afortunados
                                                          mejores prendas lucieron,
                                                          ricos trajes y calzados,
                                                          buenos jipis o sombreros.

                                                          Día de dos procesiones
                                                          Y volteo de campanas,
                                                          de cerezas y barquillos,
                                                          de rosquillas y avellanas.

                                                         Día de Danza y de baile,
                                                         de cuellos almidonados,
                                                         de corpiño y miriñaque
                                                         y de palos encintados.

                                                         Día de baile a la Virgen,
                                                         de romances y canciones,
                                                         donde ponen los cantantes
                                                         lo más de sus ilusiones.

                                                         Panderetas, tarrañuelas,
                                                         alegría pueblerina.
                                                         todos emprenden la marcha
                                                         camino de la marina.

                                                         En el camino encontramos
                                                         las mismas caras de antaño.
                                                         uno que lanza lamentos,
                                                         otros que extienden la mano.

                                                         Pidiéndonos la limosna,
                                                         como hicieron otros años.
                                                         Este que no tiene piernas,
                                                         otro que le falta un brazo.

                                                         Aquel que perdió la vista
                                                         en Cuba de algún balazo.
                                                         Para sacar la limosna,
                                                         así clamaba un anciano:

                                                        “Que la Virgen del Remedio
                                                         te ampare y te proteja hermano
                                                         que te proteja la vista
                                                         y todos los miembros sanos.

                                                         Que sea tu guía y tu estrella
                                                         hasta el mismo camposanto”.
                                                         Sigue el volteo de campanas,
                                                         de cohetes los zumbidos,

                                                         de los que había en cantidad
                                                          pagada por los Manilos.
                                                         Ya vienen los ofrecidos
                                                         de Comillos, los del Tejo,

                                                          de Ruiseñada, Novales,
                                                          de Cóbreces y otros pueblos.
                                                          Todos traen devoción
                                                          con la cesta bien repleta,

                                                           porque todo es necesario
                                                           en esta típica fiesta.
                                                           Devoción para la Santa,
                                                           para la tripa la cesta,

                                                           así se cumple con todo
                                                           y se hace fiesta completa.
                                                           Miramos hacia la mies.
                                                           Todo parado se encuentra.

                                                           Senderos llenos de gente,
                                                           que camina hacia la fiesta.
                                                           Ni se siega ni se esparce,
                                                           ni se salla ni se resalla.

                                                           Hay que ir todos al Remedio,
                                                           es nuestra fiesta obligada,
                                                           a oír Misa con sermón
                                                           y por Don Fidel cantada,

                                                           a ver que al chiquilitoli
                                                           salta y brinca nuestra danza,
                                                           la más seria y más bonita
                                                           de las que hay en la Montaña.

                                                           Y luego tomar las once,
                                                           más tarde jugar la farra.
                                                           Llegó el tío de los pitos,
                                                           las berronas, las pelotas,

                                                           el barquillero, el churrero
                                                            y la vieja de las tortas.
                                                           El hombre de la ruleta,
                                                           el que dice, “siempre toca”.

                                                           Si no le toca un zapato,
                                                           le ha de tocar una bota
                                                           y al que no le toca nada,
                                                           ese es tonto o se equivoca.

                                                            La mujer de las cerezas
                                                            tan coloradas y hermosas,
                                                            que tiene más pretendientes
                                                            que todas las buenas mozas.

                                                            Apenas se dan a ver.
                                                            Son tantos los que las rondan,
                                                            que a disgusto de su dueño
                                                            muchas de ellas se evaporan.

                                                            Llegaron las rosquilleras
                                                            con alta y tripuda cesta
                                                            de avellanas, de rosquillas,
                                                            de suspiros toda llena.

                                                            Vino el tío de los tiros
                                                            al blanco de la ballesta
                                                            y va bola, otro tira,
                                                            ¿a quién doy la escopeta?

                                                            Llegó Paulino y el bombo
                                                            también trajo pandereta.
                                                            El bombo señal segura
                                                            que es de las grandes fiestas.

                                                            Rosario puso el figón,
                                                            ya tiene encendido el fuego,
                                                            en derredor borbotean
                                                            un centenar de pucheros,

                                                            despidiendo un olorcillo
                                                            que resucita a los muertos
                                                            y otros morimos de pena,
                                                            pensando qué tienen dentro

                                                           para llenar la barriga
                                                           de bolsillos más repletos,
                                                           de indianos recién llegados
                                                           de  tierras que están muy lejos

                                                           o jándalos presumidos
                                                           de ojeteros en chaleco,
                                                            pantalón abotinado
                                                            y de anchas alas el sombrero,

                                                          que traen muchas pretensiones
                                                          pero muy poco dinero
                                                          y les gusta darse pisto
                                                          entre los demás del pueblo.

                                                           Contemplamos la Casuca,
                                                           que del todo se halla lleno.
                                                           De botellas, garrafones
                                                            y de tripudos pellejos,

                                                           que tenía preparados
                                                           el gran previsor Ruperto
                                                           con camisa remangada,
                                                           mucha alegría y contento,

                                                           Pensando que a media tarde
                                                           no habrá penas en el pueblo,
                                                           vacíos los garrafones
                                                            y escurridos los pellejos.

                                                           Que todo será alegría,
                                                           tomando parte en la fiesta
                                                           la fuentuca de Fonfría,
                                                           que tiene las aguas claras,

                                                           la que engorda los pellejos,
                                                           desocupa los bolsillos
                                                           y alegra a los taberneros.
                                                           Buenas once de Concejo

                                                           servidas en los salones,
                                                           que llenan las apetencias
                                                           a más de cuatro gorrones,
                                                           que están esperando el día

                                                           de todas sus ilusiones.
                                                           Son los de siempre, los mismos
                                                           Pedros o Juanes firmones.
                                                           Otros con delicadeza

                                                            a vecinos invitaban,
                                                            comprendiendo la razón,
                                                            que éstos al fin lo pagaban.
                                                            Otras once se tomaban

                                                            en el figón y en la mesa.
                                                            Aquí empieza la jarana
                                                            y la verdadera fiesta.
                                                            Danzantes y tocadoras

                                                             en derredor de bandejas
                                                             con galletas y bizcochos
                                                             entre vasos y botellas.
                                                             Unos tragos y pun gipío

                                                            Y mano a la pandereta,
                                                            echando Cruz un cantar,
                                                            que es más bien una indirecta
                                                            Para llampas en Trasierra,

                                                            muriones en la Ventuca.
                                                            Para viejas charlatanas
                                                            las del Barrio y Ruilobuca.
                                                            Sigue el baile y la alegría,

                                                            toma el mosto posiciones,
                                                            hace que los bailaores
                                                            se den unos pisotones.
                                                            Los jóvenes bailotean

                                                            sin medida y con afán,
                                                            mientras unos viejos tunos
                                                            allá en el rincón están,
                                                            achicando las botellas

                                                            y charlando sin cesar.
                                                            Son dos viejos bailarines,
                                                            que todos conocerán,
                                                            los que a través de los años

                                                            aunque a Misa lleguen tarde,
                                                            a las once no faltaron
                                                            y si encontraron madera,
                                                            buenos tablones cargaron.

                                                           Después el restante pueblo
                                                           con toda paz y armonía
                                                           saborea el vino Nava
                                                           de casa de Antonio Díaz.

                                                           Lo mejor de esta comarca,
                                                           de incomparable solera,
                                                           el vinillo de renombre
                                                           lo mejor de su bodega.

                                                           De su nombre y de sus vinos
                                                           algún recuerdo nos queda
                                                           y nos vamos a comer
                                                           cada cual con su familia.

                                                            Volveremos a la tarde,
                                                            para terminar el día.
                                                            A la sombra del pinar
                                                            los devotos forasteros

                                                            dan al estómago paz
                                                            guerra a cestos y pucheros.
                                                            Cuando llegamos a casa,
                                                            tenemos la mesa puesta

                                                            con buenos manteles blancos
                                                            y el rico pan de Josefa.
                                                            Buena sopa de fideo,
                                                            garbanzos de doce perras,

                                                            gallo muerto con arroz,
                                                            arroz con leche y canela.
                                                            Sale tripa de mal año
                                                            y se mata la zapera.

                                                            Volvemos hacia el Remedio
                                                            y coronamos la cuesta.
                                                            Oímos cantar a Paulino
                                                            que empieza de esta manera:

                                                           “Tengo de hacer una fuente
                                                            de calicanto y arena…”
                                                            Al compás del violín
                                                            suena el bombo y pandereta

                                                            y acompañando a una moza
                                                            un viejo escaragetea.
                                                            La moza trisca los dedos,
                                                            el viejo las tarrañuelas,

                                                            este es el temple de mozas
                                                            y de viejos de mi aldea.
                                                            Van llegando los romeros,
                                                            vienen los mozos y mozas,

                                                            ellos con chaqueta al brazo,
                                                            ellas color de amapolas.
                                                            Crece el baile por momentos
                                                            y ya empiezan los requiebros,

                                                             piropos los de la punta,
                                                             indirectas los del medio.
                                                             Dicen arriba la punta
                                                             y el medio cuando se junta.

                                                            ¡Ole la mía que es polla!,
                                                            la mía ayunando engorda,
                                                            que viva la mía y yo
                                                            y la mía, ¿por qué no?

                                                            Cambia Paulino a lo alto,
                                                            antes los labios remoja
                                                            con aquel tintillo alegre
                                                            que un mozo le proporciona.

                                                           Guiña y empieza el violín.
                                                           Menéate, gachona ….
                                                           Menéate tú….
                                                           que con ese meneo….

                                                           que con ese meneo….
                                                           me das la salud….
                                                           me das la salud….
                                                           A otra, a otra, a otra,

                                                          con permiso, con permiso
                                                          y van cambiando la moza.
                                                         Empujones a granel
                                                         Hay quien se queja y se amosca 
  
                                                        El enfado se le pasa.
                                                        No es para tanto la cosa.
                                                        Van a bailar los picayos,
                                                        ya viene Cruz y las otras.

                                                        Mozos vestidos de blanco,
                                                        de seda fajas vistosas.
                                                        Le asoman a los bolsillos
                                                        encintadas tarrañuelas.

                                                       Apenas se hacen presentes
                                                       todo el mundo los rodea,
                                                       acercándose hacia ellos
                                                       una tocadora vieja

                                                       y con suavidad supina
                                                       este cargo les espeta.
                                                      “Que sigan las tarrañuelas,
                                                       el son de las panderetas

                                                      y vosotros no corráis,
                                                      que vais bastante pafletas”.
                                                     Los saltos acompasados,
                                                     sencillos y sin piruetas,

                                                     pa que vean los forasteros,
                                                    que no hay quien baile a la Virgen
                                                    mejor que los de este pueblo”.
                                                    Entramos en la capilla

                                                    repleta de forasteros,
                                                    quedándose fuera muchos,
                                                    porque no se cabe dentro.
                                                   Empiezan las panderetas

                                                    y suenan las tarrañuelas
                                                   un romance a nuestra Virgen
                                                   que empieza de esta manera:
                                                  “María de los Remedios,

                                                   de la Marina lucero,
                                                   por Patrona te tenemos
                                                   todos los hijos del pueblo.
                                                  Eres la estrella y el guía

                                                  de los hijos de este pueblo,
                                                  eres la Reina y Señora
                                                  de la tierra y de los mares…”
                                                  Otros muchos se cantaban,

                                                  que todos no los recuerdo,
                                                  son muchos para decirlos,
                                                  me los dejo en el tintero.
                                                  Vuelta otra vez a bailar,

                                                  vuelta a achicar los pellejos,
                                                  produciendo bienestar
                                                  a Rosario y a Ruperto.
                                                  Va decayendo la tarde,

                                                  el barómetro subiendo,
                                                  algunas gorras se caen,
                                                  se ladean los sombreros.
                                                  Allá una vieja triscona

                                                  bailotea con un viejo
                                                  más verde que las olivas.
                                                  Lleva de paja sombrero,
                                                  comprado hace muchos años

                                                  en Cádiz a un sombrerero
                                                  y no perdió la maleta,
                                                  al pasar Despeñaperros.
                                                  Este es el viejo entusiasta,

                                                  que como años anteriores
                                                  su humor y dinero gasta.
                                                  Se va cansando la gente,
                                                  poco a poco se van marchando
  
                                                  y las cestas de avellanas
                                                  vacías se van quedando.
                                                 Esta es la mejor manera
                                                 de que quede complacida

                                                 la viejuca rosquillera
                                                 y enseñaba un solo diente
                                                 maliciosa y sonriente.
                                                 Mozos y mozas que cantan

                                                en animados corrillos,
                                                viejos que soplan tintorro,
                                                correteo de chiquillos,
                                                cereceras con ahínco,

                                                que ya se les hace tarde,
                                                aparejan su borrico,
                                                para marchar a Novales.
                                                Sólo queda en el recinto

                                                el tabernero, el figón
                                                y unos amantes del tinto
                                                de una manera tal,
                                                no les despega de allí

                                                ni el más fuerte temporal.
                                                Cuando bajamos la cuesta
                                                cerca de la carretera,
                                                un mozo robusto y guapo
                                                cantaba de esta manera:

                                                “Las de Liendres me gustan,
                                                 al Barrio voy de ronda,
                                                 con las de Concha cortejo,
                                                 en Pando tengo la novia.

                                                 No la quiero señorita,
                                                 que la quiero labradora,
                                                 que sepa sallar maices
                                                 y amasar bien la borona”.

                                                 Una moza del corrillo,
                                                 que este cantar escuchó,
                                                 con voz firme y buen estilo
                                                 al punto le contestó:

                                                “Me agradan los de Trasierra,
                                                  porque son trabajadores,
                                                 de los del Barrio me río,

                                                 de Concha son mis amores.
                                                 Señorito no lo quiero,
                                                 que nunca jornal me gane,
                                                 yo lo quiero labrador,

                                                 que sepa tirar de dalle”.
                                                 Así terminó aquel año
                                                 y otros muchos que recuerde
                                                 esta fiesta tan castiza,

                                                 que se celebra en mi pueblo
                                                 frente a la costa bravía,
                                                 sitio el más pintoresco,
                                                 las brañas de la Marina

                                                 en el alto del Remedio.
                                                 Para mí el mejor lugar
                                                 que existe en el mundo entero.
                                                “Santucha de los Remedios,

                                                  si yo no volviera a verte,
                                                  que seas mi compañera
                                                  a la hora de la muerte”.
                                                 Donde se encuentre un Tolano,

                                                 de este día se hablará,
                                                 en Filipinas, en Cuba,
                                                 en Méjico y en Canadá,
                                                 en Sevilla y en Jerez

                                                 en Chile y en Panamá,
                                                 en Madrid y Barcelona
                                                 y otros muchos puntos más.
                                                 En cuarteles, campamentos,

                                                  en clínicas y hospitales,
                                                  en prisiones y penales,
                                                  los que van ganando el pan,
                                                  navegando por los mares

                                                  cada cual con su destino
                                                  por azares de la vida,
                                                  aunque estemos separados,
                                                  unidos en este día,

                                                  nuestro espíritu allí está,
                                                  allí está nuestro recuerdo
                                                  donde todos hoy tenemos
                                                  puesto nuestro pensamiento
                                                  junto con nuestra Patrona

                                                 la Virgen de los Remedios.
                                                 Allí mi espíritu está
                                                 muy contento y satisfecho,
                                                 allí espero a mis paisanos

                                                 seguro que los encuentro.
                                                 Allí tengo mi esperanza,
                                                 allí tengo mis recuerdos,
                                                 allí se arraiga mi fe,

                                                 allí van mis pensamientos,
                                                 allí me enseñó mi padre,
                                                 allí a mi padre mi abuelo,
                                                 allí enseñaré a mis hijos

                                                 y mis hijos a mis nietos.
                                                 Allí será mi alegría,
                                                 Allí mi mayor desconsuelo,
                                                Que Ruiloba en este día
  
                                                 tenga para mí un recuerdo.
                                                Que tengan todos presentes
                                                como yo presente tengo,
                                                cariño para los vivos

                                                sin olvidar a los muertos.
                                                Que no falte en este día
                                                una oración para estos.


Miguel Escalante Margüelles





Miguel Escalante y su esposa Jesusa