El Remedio
Recluido en mi prisión
dos de julio, bien recuerdo
que celebran los Tolanos
la Santuca del Remedio.
Día de fiesta obligada
para mi querido pueblo
que yo no olvido jamás
a pesar de mi destierro.
Valle hermoso de Ruiloba,
alegre y encantador,
que de otros te separa
Puente Portillo y Cubón.
Día en que olvido mis penas
mi pesadilla y dolor,
dedicándote estos versos
con todo mi corazón.
Llenos de amor y cariño
sin nada de adulación,
el que creyera otra cosa
sufre una equivocación.
Recordaré a la ligera
aquellos pasados tiempos
que en nuestra niñez vivimos
dejándonos gran recuerdo.
Día que presente tienen
todos los hijos del pueblo,
los presentes, los ausentes,
los jóvenes y los viejos.
Día de camisa limpia,
calzones y blusa nuevos,
de alpargatas encintadas
y ¿calcetines?, el cuero.
Otros más afortunados
mejores prendas lucieron,
ricos trajes y calzados,
buenos jipis o sombreros.
Día de dos procesiones
Y volteo de campanas,
de cerezas y barquillos,
de rosquillas y avellanas.
Día de Danza y de baile,
de cuellos almidonados,
de corpiño y miriñaque
y de palos encintados.
Día de baile a la Virgen,
de romances y canciones,
donde ponen los cantantes
lo más de sus ilusiones.
Panderetas, tarrañuelas,
alegría pueblerina.
todos emprenden la marcha
camino de la marina.
En el camino encontramos
las mismas caras de antaño.
uno que lanza lamentos,
otros que extienden la mano.
Pidiéndonos la limosna,
como hicieron otros años.
Este que no tiene piernas,
otro que le falta un brazo.
Aquel que perdió la vista
en Cuba de algún balazo.
Para sacar la limosna,
así clamaba un anciano:
“Que la
Virgen del Remedio
te ampare y te proteja hermano
que te proteja la vista
y todos los miembros sanos.
Que sea tu guía y tu estrella
hasta el mismo camposanto”.
Sigue el volteo de campanas,
de cohetes los zumbidos,
de los que había en cantidad
pagada por los Manilos.
Ya vienen los ofrecidos
de Comillos, los del Tejo,
de Ruiseñada, Novales,
de Cóbreces y otros pueblos.
Todos traen devoción
con la cesta bien repleta,
porque todo es necesario
en esta típica fiesta.
Devoción para la
Santa ,
para la tripa la cesta,
así se cumple con todo
y se hace fiesta completa.
Miramos hacia la mies.
Todo parado se encuentra.
Senderos llenos de gente,
que camina hacia la fiesta.
Ni se siega ni se esparce,
ni se salla ni se resalla.
Hay que ir todos al Remedio,
es nuestra fiesta obligada,
a oír Misa con sermón
y por Don Fidel cantada,
a ver que al chiquilitoli
salta y brinca nuestra danza,
la más seria y más bonita
de las que hay en la Montaña.
Y luego tomar las once,
más tarde jugar la farra.
Llegó el tío de los pitos,
las berronas, las pelotas,
el barquillero, el churrero
y la vieja de las tortas.
El hombre de la ruleta,
el que dice, “siempre toca”.
Si no le toca un zapato,
le ha de tocar una bota
y al que no le toca nada,
ese es tonto o se equivoca.
La mujer de las cerezas
tan coloradas y hermosas,
que tiene más pretendientes
que todas las buenas mozas.
Apenas se dan a ver.
Son tantos los que las rondan,
que a disgusto de su dueño
muchas de ellas se evaporan.
Llegaron las rosquilleras
con alta y tripuda cesta
de avellanas, de rosquillas,
de suspiros toda llena.
Vino el tío de los tiros
al blanco de la ballesta
y va bola, otro tira,
¿a quién doy la escopeta?
Llegó Paulino y el bombo
también trajo pandereta.
El bombo señal segura
que es de las grandes fiestas.
Rosario puso el figón,
ya tiene encendido el fuego,
en derredor borbotean
un centenar de pucheros,
despidiendo un olorcillo
que resucita a los muertos
y otros morimos de pena,
pensando qué tienen dentro
para llenar la barriga
de bolsillos más repletos,
de indianos recién llegados
de tierras que están
muy lejos
o jándalos presumidos
de ojeteros en chaleco,
pantalón abotinado
y de anchas alas el sombrero,
que traen muchas pretensiones
pero muy poco dinero
y les gusta darse pisto
entre los demás del pueblo.
Contemplamos la
Casuca ,
que del todo se halla lleno.
De botellas, garrafones
y de tripudos pellejos,
que tenía preparados
el gran previsor Ruperto
con camisa remangada,
mucha alegría y contento,
Pensando que a media tarde
no habrá penas en el pueblo,
vacíos los garrafones
y escurridos los pellejos.
Que todo será alegría,
tomando parte en la fiesta
la fuentuca de Fonfría,
que tiene las aguas claras,
la que engorda los pellejos,
desocupa los bolsillos
y alegra a los taberneros.
Buenas once de Concejo
servidas en los salones,
que llenan las apetencias
a más de cuatro gorrones,
que están esperando el día
de todas sus ilusiones.
Son los de siempre, los mismos
Pedros o Juanes firmones.
Otros con delicadeza
a vecinos invitaban,
comprendiendo la razón,
que éstos al fin lo pagaban.
Otras once se tomaban
en el figón y en la mesa.
Aquí empieza la jarana
y la verdadera fiesta.
Danzantes y tocadoras
en derredor de bandejas
con galletas y bizcochos
entre vasos y botellas.
Unos tragos y pun gipío
Y mano a la pandereta,
echando Cruz un cantar,
que es más bien una indirecta
Para llampas en Trasierra,
muriones en la
Ventuca.
Para viejas charlatanas
las del Barrio y Ruilobuca.
Sigue el baile y la alegría,
toma el mosto posiciones,
hace que los bailaores
se den unos pisotones.
Los jóvenes bailotean
sin medida y con afán,
mientras unos viejos tunos
allá en el rincón están,
achicando las botellas
y charlando sin cesar.
Son dos viejos bailarines,
que todos conocerán,
los que a través de los años
aunque a Misa lleguen tarde,
a las once no faltaron
y si encontraron madera,
buenos tablones cargaron.
Después el restante pueblo
con toda paz y armonía
saborea el vino Nava
de casa de Antonio Díaz.
Lo mejor de esta comarca,
de incomparable solera,
el vinillo de renombre
lo mejor de su bodega.
De su nombre y de sus vinos
algún recuerdo nos queda
y nos vamos a comer
cada cual con su familia.
Volveremos a la tarde,
para terminar el día.
A la sombra del pinar
los devotos forasteros
dan al estómago paz
guerra a cestos y pucheros.
Cuando llegamos a casa,
tenemos la mesa puesta
con buenos manteles blancos
y el rico pan de Josefa.
Buena sopa de fideo,
garbanzos de doce perras,
gallo muerto con arroz,
arroz con leche y canela.
Sale tripa de mal año
y se mata la zapera.
Volvemos hacia el Remedio
y coronamos la cuesta.
Oímos cantar a Paulino
que empieza de esta manera:
“Tengo de hacer una fuente
de calicanto y arena…”
Al compás del violín
suena el bombo y pandereta
y acompañando a una moza
un viejo escaragetea.
La moza trisca los dedos,
el viejo las tarrañuelas,
este es el temple de mozas
y de viejos de mi aldea.
Van llegando los romeros,
vienen los mozos y mozas,
ellos con chaqueta al brazo,
ellas color de amapolas.
Crece el baile por momentos
y ya empiezan los requiebros,
piropos los de la punta,
indirectas los del medio.
Dicen arriba la punta
y el medio cuando se junta.
¡Ole la mía que es polla!,
la mía ayunando engorda,
que viva la mía y yo
y la mía, ¿por qué no?
Cambia Paulino a lo alto,
antes los labios remoja
con aquel tintillo alegre
que un mozo le proporciona.
Guiña y empieza el violín.
Menéate, gachona ….
Menéate tú….
que con ese meneo….
que con ese meneo….
me das la salud….
me das la salud….
A otra, a otra, a otra,
con permiso, con permiso
y van cambiando la moza.
Empujones a granel
Hay quien se queja y se amosca
El enfado se le pasa.
No es para tanto la cosa.
Van a bailar los picayos,
ya viene Cruz y las otras.
Mozos vestidos de blanco,
de seda fajas vistosas.
Le asoman a los bolsillos
encintadas tarrañuelas.
Apenas se hacen presentes
todo el mundo los rodea,
acercándose hacia ellos
una tocadora vieja
y con suavidad supina
este cargo les espeta.
“Que sigan las tarrañuelas,
el son de las panderetas
y vosotros no corráis,
que vais bastante pafletas”.
Los saltos acompasados,
sencillos y sin piruetas,
pa que vean los forasteros,
que no hay quien baile a la Virgen
mejor que los de este pueblo”.
Entramos en la capilla
repleta de forasteros,
quedándose fuera muchos,
porque no se cabe dentro.
Empiezan las panderetas
y suenan las tarrañuelas
un romance a nuestra Virgen
que empieza de esta manera:
“María de los Remedios,
de la Marina lucero,
por Patrona te tenemos
todos los hijos del pueblo.
Eres la estrella y el guía
de los hijos de este pueblo,
eres la Reina y Señora
de la tierra y de los mares…”
Otros muchos se cantaban,
que todos no los recuerdo,
son muchos para decirlos,
me los dejo en el tintero.
Vuelta otra vez a bailar,
vuelta a achicar los pellejos,
produciendo bienestar
a Rosario y a Ruperto.
Va decayendo la tarde,
el barómetro subiendo,
algunas gorras se caen,
se ladean los sombreros.
Allá una vieja triscona
bailotea con un viejo
más verde que las olivas.
Lleva de paja sombrero,
comprado hace muchos años
en Cádiz a un sombrerero
y no perdió la maleta,
al pasar Despeñaperros.
Este es el viejo entusiasta,
que como años anteriores
su humor y dinero gasta.
Se va cansando la gente,
poco a poco se van marchando
y las cestas de avellanas
vacías se van quedando.
Esta es la mejor manera
de que quede complacida
la viejuca rosquillera
y enseñaba un solo diente
maliciosa y sonriente.
Mozos y mozas que cantan
en animados corrillos,
viejos que soplan tintorro,
correteo de chiquillos,
cereceras con ahínco,
que ya se les hace tarde,
aparejan su borrico,
para marchar a Novales.
Sólo queda en el recinto
el tabernero, el figón
y unos amantes del tinto
de una manera tal,
no les despega de allí
ni el más fuerte temporal.
Cuando bajamos la cuesta
cerca de la carretera,
un mozo robusto y guapo
cantaba de esta manera:
“Las de Liendres me gustan,
al Barrio voy de ronda,
con las de Concha cortejo,
en Pando tengo la novia.
No la quiero señorita,
que la quiero labradora,
que sepa sallar maices
y amasar bien la borona”.
Una moza del corrillo,
que este cantar escuchó,
con voz firme y buen estilo
al punto le contestó:
“Me agradan los de Trasierra,
porque son trabajadores,
de los del Barrio me río,
de Concha son mis amores.
Señorito no lo quiero,
que nunca jornal me gane,
yo lo quiero labrador,
que sepa tirar de dalle”.
Así terminó aquel año
y otros muchos que recuerde
esta fiesta tan castiza,
que se celebra en mi pueblo
frente a la costa bravía,
sitio el más pintoresco,
las brañas de la Marina
en el alto del Remedio.
Para mí el mejor lugar
que existe en el mundo entero.
“Santucha de los Remedios,
si yo no volviera a verte,
que seas mi compañera
a la hora de la muerte”.
Donde se encuentre un Tolano,
de este día se hablará,
en Filipinas, en Cuba,
en Méjico y en Canadá,
en Sevilla y en Jerez
en Chile y en Panamá,
en Madrid y Barcelona
y otros muchos puntos más.
En cuarteles, campamentos,
en clínicas y hospitales,
en prisiones y penales,
los que van ganando el pan,
navegando por los mares
cada cual con su destino
por azares de la vida,
aunque estemos separados,
unidos en este día,
nuestro espíritu allí está,
allí está nuestro recuerdo
donde todos hoy tenemos
puesto nuestro pensamiento
junto con nuestra Patrona
la Virgen de los Remedios.
Allí mi espíritu está
muy contento y satisfecho,
allí espero a mis paisanos
seguro que los encuentro.
Allí tengo mi esperanza,
allí tengo mis recuerdos,
allí se arraiga mi fe,
allí van mis pensamientos,
allí me enseñó mi padre,
allí a mi padre mi abuelo,
allí enseñaré a mis hijos
y mis hijos a mis nietos.
Allí será mi alegría,
Allí mi mayor desconsuelo,
Que Ruiloba en este día
tenga para mí un recuerdo.
Que tengan todos presentes
como yo presente tengo,
cariño para los vivos
sin olvidar a los muertos.
Que no falte en este día
una oración para estos.
Miguel Escalante Margüelles
Miguel Escalante y su esposa Jesusa
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