Los santucos
La antigua costumbre romana de colocar
mojones en las calzadas o montones de piedras a las imágenes de sus dioses
protectores de viajantes y comerciantes, fue heredada por el cristianismo. Por
ello se levantaron cruces en los caminos, que a la vez de indicadores,
cumplieron una finalidad religiosa al permitir al viajero solicitar la
protección divina.
Grabado de Victoriano Polanco
Este hábito alcanzó su mayor realce con las peregrinaciones
hacia los santuarios, siendo el Camino de Santiago buena muestra de ello al
estar salpicado su recorrido por numerosos humilladeros. Ante una cruz
levantada sobre un pedestal, los peregrinos se postraban para pedir la
protección divina ante los peligros de su viaje. En cada región los
humilladeros se levantaron con sus propias características arquitectónicas y
obedeciendo a varias razones: promesas, recuerdos de los muertos, súplicas de
bendiciones.
Los humilladeros de Ruiloba, como los del resto de Cantabria, no
son ajenos a esta devoción, que en nuestra región debió ser fomentada por los
franciscanos, ya que es la imagen de San Francisco una de las constantes en los
mismos.
Monjes Franciscanos con su cordón de tres nudos y autoridades tolanas
Son los santucos, en palabras del doctor
arquitecto Alfonso de la Lastra Villa ,
como una alegre y bella flor silvestre de nuestra arquitectura popular
religiosa, que anda al borde de nuestros caminos campesinos. Sirven para el
cobijo del alma y del cuerpo en los días lluviosos y dan frescor en los
calurosos; también se reza en ellos cuando se pasa camino del cementerio. Los
más rústicos quizás sean los más bellos por su ingenuidad y no son más hermosos
por su tamaño, ya que lo que cuenta en esta belleza es la emoción que producen.
Además de la utilidad ya expuesta, recuerdan
algún hecho y están para que no se repita si fue malo, o se recuerde si fue
bueno. Aunque los veamos esparcidos por las mieses, podemos comprobar que en
algún tiempo estuvieron comunicados por un camino ahora en desuso; la
modernización y ampliación de las carreteras para adaptarse a los nuevos medios
de locomoción hace que alguno en nuestro municipio halla desaparecido, como el
que existía al final de la recta de Casasola cerca de los Pozos Azules y, en el
mejor de los casos, han sido trasladados de lugar como el de Casasola o el de
la recta de Ruilobuca permaneciendo aún
en pie.
Esto hace que los veamos de paso y no reparemos en los detalles de
estos pequeños monumentos religiosos rurales desapareciendo de esta manera el
espíritu que los creó.
Grabado similar al anterior, de Leonardo Rucabado
El decreto 2223/1962 del 5 de septiembre
declaró Conjunto Histórico el Camino de Santiago a su paso por Cantabria, siguiendo
la línea de la costa y en julio de 1993, el Consejo de Gobierno de la Diputación Regional
de Cantabria incoa expediente para definir y delimitar el entorno de protección
del mismo; esto, en cierto modo, garantiza la continuidad de los que se
encuentran en dicho camino, pero es de la voluntad y respeto de los habitantes
de Ruiloba de quien depende la conservación del resto.
Aparecen los santucos, por lo general,
dentro de una pequeña capilla que no solo sirve para proteger a la cruz de la
intemperie, sino también para ofrecer un sitio donde refugiarse al caminante o
a quien, cuando las labores del campo eran habituales, le sorprendiese el mal
tiempo trabajando. Es por esto por lo que reciben aquí tambien el nombre de
“asubiaderos” o lugar donde “asubiar” o guarecerse de la lluvia.
La mayoría de los que encontramos en Ruiloba
son de planta rectangular o cuadrada, con el frente abierto y la cubierta
apoyada sobre el muro del fondo y los dos laterales. Tienen tejado a cuatro
aguas con teja curva (teja árabe), y generalmente rematados con una piedra en
la cumbre. El material de construcción es principalmente la piedra, en forma de
sillares bien tallados en las esquinas y en los bancos y el resto de las
paredes en mampostería, que queda al descubierto en los restaurados y está
cubierto con mortero (arena y cal) en los más abandonados; llevan dos bancos de
piedra o “poyetes” colocados en el interior adosados a las paredes laterales
para esperar pacientemente la escampada.
La distribución interior diferencia dos
partes separadas por una reja con barrotes de madera o de hierro, tras la cual
y sobre la pared del fondo se encuentra la cruz o una imagen sagrada. A la
entrada y con una mayor superficie, con capacidad para unas cuatro personas, se
sitúan los bancos. El tillado bajo la cubierta, de madera de castaño o roble
así como las viguetas y los barrotes de la reja, torneados o bien de sección
cuadrada. Puede ser la reja también de varilla de hierro en los más modernos o
de metal blanco fundido (calamina o aleaciones bajas).
Análoga
manifestación de la
arquitectura popular a la de nuestros santucos tienen en Galicia
denominando a los mismos cruceiros, de los cuales tenemos una representación en
nuestro municipio situado en una finca particular.
En
estos se pueden distinguir varias partes perfectamente diferenciadas: la
basamenta es la parte inferior, consistente en una plataforma formada por varias
gradas y un pedestal sobre el que se apoya la columna o fuste y sobre éste el
capitel. El capitel puede presentar motivos diversos, distinguiéndose en ésta
una representación de la Piedad
de Miguel Angel por un lado, y la figura de Cristo en la cruz en el reverso.
Haremos a continuación un recorrido por los que aún conservamos en nuestro valle y que se sitúan en el recorrido del Camino de Santiago en la Ruta de la Costa:
Distribución de los santucos de Ruiloba a lo largo del la Ruta de la Costa
El primero de ellos lo encontramos en la mies de las Bregadorias junto al cementerio municipal del Helguero. Orientado al Este, de planta cuadrada, sin bancos en su interior y con la reja de barrotes de madera torneada.
(1) Santuco de la mies de las Bregadorias
En su interior aparece una imagen de la Virgen María, pintada sobre la pared del fondo.
Vista del interior del santuco (1)
El segundo lo encontramos en la mies del Santo del Valle, en Liandres; tambien de planta cuadrada orientado hacia el Sureste. Los bancos laterales corridos con otro sobre la pared del fondo. La anterior reja de barrotes de madera de sección cuadrada, de separación con la imagen del fondo, ha sido sustituida por una de hierro procedente de un cierre de una propiedad particular desechado.
(2) Santuco de la mies del Valle, en Liandres.
El motivo que figura sobre la pared del fondo, es un cuadro de una virgen con un niño en brazos.
Vista interior del santuco (2)
Este santuco aparece recogido en un libro del doctor arquitecto Alfonso de la Lastra Villa "Dibujos y comentarios sobre la arquitectura popular montañesa", en el que aparecen sus dimensiones.
Dimensiones del santuco de la mies del Valle, en Liandres
Podemos también observar, tallada en una de las piedras de sillería, una fecha: AÑO DE 1861, que pudiera indicar la fecha de construcción del mismo.
Fecha grabada en el muro exterior
Continuando la Ruta, nos encontramos con el siguiente santuco situado en la recta que va del Barrio de la Iglesia a Ruilobuca, en el lugar llamado Sobrejetos. De planta cuadrada como los anteriores, orientado al Este para resguardarse del gallego predominante en el valle y construido con los mismos materiales de piedra y madera.
(3) Santuco de la recta de Ruilobuca
El interior, dividido tambien en dos zonas, está separado de la que contiene la imagen por una paredilla de ladrillo caravista sobre la que se ha colocado una reja de barrotes de hierro. La cruz, es la que en su día coronaba la cúpula de la iglesia del Barrio. Tiene dos poyetes adosados a las paredes laterales.
Vista del interior del santuco (3)
Tiene la particularidad este santuco de que, tras las obras de ensanche y mejora de la carretera realizadas en el año 2006 al lado de la cual se encontraba ubicado, fue trasladado de su anterior emplazamiento (unos cien metros más al norte, en el lugar de Bárcena) ya que al haber elevado el nivel de la vía quedaba en una situación que le hacía pasar casi desapercibido.
Respetando su fisonomía y con los mismos materiales en casi su totalidad (menos la madera y la teja, ya deterioradas) se volvió a construir en el lugar en que ahora se encuentra.
El santuco en su primitivo emplazamiento de Bárcena.
El interior del santuco en sus orígenes, presentaba una reja de barrotes de madera de sección cuadrada, sobre la cual una pared de ladrillo caravista cerraba el habitáculo de la cruz hasta el techo.
Vista interior del santuco original (3)
Llegados a la aldea de Ruilobuca, nos encontramos el santuco quizás más peculiar; en primer lugar porque no se encuentra dentro de un asubiadero como los ya vistos; está situado, no se sabe el motivo, orientado al Norte en la fachada de una vivienda particular que en su día perteneció al también peculiar y pintoresco Ico el Portalao.
(4) Santuco de Ruilobuca
Su otra particularidad reside en que era la imagen más frecuente en este tipo de construcciones en las que se representaba a San Francisco tendiendo su cordón a las ánimas del purgatorio que surgen de entre las llamas y se agarran a él para salir de las mismas. Recibían el nombre de "santucos de las ánimas" o "aimucas".
Detalle del santuco de las ánimas (4)
No obstante la particularidad más anecdótica y singular es el haber servido de inspiración al genial y siempre recordado Toñín el Zapatero, para la creación hace más de treinta y cinco años de la fiesta pagana por excelencia de este pueblo de Ruiloba; nacida para resarcir, sobre todo, a niños y gente mayor del pueblo de un día del Mozucu pasado por agua. Eternamente, San Abagán.
¡Oh glorioso Sanbalandrán...!, decía Masio el de la Hayuela.
Continuando nuestro peregrinar por la Ruta y ya llegados a la aldea de Casasola, en dirección a la Villa de Comillas, nos encontramos con el último de los santucos de nuestro municipio.
Situado desde sus orígenes en el cruce de carreteras de este barrio, se procedió a su eliminación por el riesgo que su ubicación suponía para el tráfico. Afortunadamente tal y como sucediera años más tarde con el de la recta de Ruilobuca, volvió a edificarse unos cien metros hacia el Oeste en plena recta junto a la Venta de Casasola.
(5) Santuco de la recta de Casasola
Se utilizó la piedra de sillería y mampostería existente así como la imagen que contenía; teja y maderas fueron repuestas al ser estos materiales los de mayor deterioro.
Orientado hacia el Norte como el original, es de planta cuadrada con dos poyetes adosados a las paredes laterales y una reja de barrotes de madera de sección cuadrada separa del resto la zona donde se encuentra la imagen.
Vista actual interior del santuco (5)
Es muy de lamentar el hecho de que la imagen original fuese sustraida, ya que se trataba de una copia policromada de la pintura del Cristo de Velázquez sobre una tabla de madera cruciforme.
En su actual ubicación pero con la imagen original.
La imagen estaba pintada sobre una tabla cruciforme de madera con medallones en los cuatro extremos probablemente de finales del siglo XIX.
Copia del Cristo de Velázquez.
El estado de conservación que presentaba era más que aceptable, lo que la hacía sumamente apetecible para el expolio que sufrió.
Detalle de la imagen del Cristo.
En el medallón de la base podía observarse el motivo más característico y frecuente de los santucos, como eran las ánimas intentando salir de entre las llamas del Purgatorio.
Detalle de la base de la cruz.
Sobre las cabezas de las ánimas del Purgatorio aparecía la de un ángel que observaba el sufrimiento de éstos.
Detalle del rostro del ángel.
Existió hasta los años setenta otro santuco al final de esta recta de Casasola, a unos quinientos metros del existente en dirección a Comillas, a la altura de los Pozos Azules, el cual sucumbió a la mejora de la carretera adyacente y que no corrió la misma suerte que el de la recta de Ruilobuca o el de Casasola.
Por último y ya casi abandonando el pueblo de Ruiloba, aparece en una finca particular el ya mencionado cruceiro, versión gallega de nuestros santucos.
(6) Cruceiro, próximo a Comillas.
La imagen del capitel que puede verse desde la carretera, copia la Piedad de Miguel Angel, representa a la Virgen María con su hijo en brazos.
Anverso del capitel del cruceiro.
En el reverso de la construcción podemos ver a Jesucristo en la cruz, esculpido todo el conjunto sobre piedra caliza.
Detalle del reverso.
Bibliografía
- Revista NARRIA de estudios de artes y costumbres populares.
- Dibujos y comentarios sobre arquitectura montañesa popular, del doctor arquitecto Alfonso de la
Lastra Villa.
- Grabados de Victoriano Polanco.
- Album de apuntes de Leonardo Rucabado.
- Boletín Oficial de Cantabria.
Hasta el día en que desaparezcan, no nos daremos cuenta
del alivio que suponía resguardarse bajo su protección
y entonces lamentaremos con nostalgia su ausencia.
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