Quince del cinco de dos mil once
Mi Ruiloba ya no es mi Ruiloba,
mi San Isidro ya no es labrador;
cambió el dalle y los bueyes
por cortacésped y motocultor.
ni hay repicar de
campanas;
los pocos que asistimos a misa
nos quedamos con las ganas.
Las ofrendas han sido exiguas;
dos abuelas no se han olvidado
y por ser tradición
antigua,
“Estos huevos ya no
son de casa”,
pensó Isidruco contrariado.
“Vienen todos con fecha impresa
y además están
caducados”.
Ya no te sacan en andas,
los danzantes en procesión;
ya no suenan las tarrañuelas
Ya no te llevan hasta el Prior,
para mostrarte sus cosechas;
ahora lo compran en Hipercor
donde les dan las cosas hechas.
No crecen judías ya en los huertos
ni tomates, alubias o patatas.
Aquí no se siega “pa seco”.
No tienen los tolanos ahora,
cuajada de maizales la mies;
la labraron con excavadora
Ya no hay rifa de Limacoles,
rastrillos, azadas o dalles.
Solo sortean plantas y flores
que adornen balcones y calles.
Pidió el Santo la palabra
al cura después del sermón;
se dirigió a todo el que allí estaba
“Tolanucos, no seáis
usureros;
no vendáis el huertucu
de güela;
se aventuran tiempos
austeros
y allí sembraréis la
habichuela.
Volved a la tierra que
os legaron
vuestros padres,
abuelos y ancestros,
que con el sudor de su
frente regaron
y abonaron con sus
cansados restos.
... y no os olvidéis de sembrar
en vuestros hijos y en
sus corazones,
el amor por Ruiloba y
conservar
su pasado y sus
tradiciones.”
Mi Ruiloba ya no es mi Ruiloba,
mi Ruiloba ya no es labradora;
pero su gente es alegre y sabia,
honrada y trabajadora.
Toni, 2011
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